Cojo mis botas rotas con la intención dejarlas en el camino. He escrito una nota dentro. Antes de que me pesen, encuentro "el lugar" para dejarlas.
A las 9 empieza a hacer calor. Voy a paso lento. Estoy caminando con mi calzado de repuesto y no es tan apropiado. Por suerte hoy no toca montaña ni llueve, pero los 7 primeros km son algo abruptos.
Llegamos a Viana y picamos algo en la calle principal. Deliciosos los pintxos de txistorra. Están de fiestas y acaban hoy. Mientras estamos en la terraza, anuncian mediante chupinazos varios, la salida de los gigantes y cabezudos que enseguida desfilan.
Éste es otro pueblo bonito para visitar.
Nosotros seguimos nuestro camino.
Cada vez hace más calor. Voy despacio.
Me voy encontrando con gente y voy charlando mientras andamos.
En breve dejamos Navarra y entramos en La Rioja. La entrada a Logroño que transcurre entre polígonos industriales, es larga y cansina especialmente en días tan calurosos como hoy. En este tramo coincido con una peregrina japonesa que conocí días atrás, y mientras charlamos se hace más ameno.
Al fin: ¡Logroño!
Nuestro plan hoy: ducha, tapeo en la zona del Laurel y regreso a casa.
Nos despedimos de varios peregrinos que también se van hoy y de otros que siguen.
Me da un poco de pena tener que irme; otra vez, ha sido una gran experiencia y a pesar de la dureza, del esfuerzo y del dolor, merece la pena. Mucho.
No hay dos sin tres. Volveré a las andanzas, me temo.
These Boots Were Made For Walking |